jueves, 14 de agosto de 2014

MYANMAR. UN PAÍS LO HACE SU GENTE - MYANMAR. A COUNTRY IS DEFINED BY ITS PEOPLE


Myanmar y el campo, el campo y Myanmar. Ambos se necesitan por igual. Las jornadas de trabajo comienzan con los primeros rayos de sol y el frescor de la mañana. Los cestos de mimbre ya están listos para ser cargados en la frente o a la espalda. Los búfalos de agua se preparan para arar la tierra. Las tejedoras comienzan a elegir los hilos que darán color a nuevos longhis y pañuelos. Mujeres, de brazos fuertes y espaldas endurecidas, recogen agua de los pozos comunales más cercanos, transportándola sobre sus hombros. Y la vida rural sigue su curso en este país fantasma, del que no muchos han oído hablar. 

There is always a positive side when one loses himself in Myanmar.
The country to some extent is still very rural. Fields are still plowed by buffalo and an electric cable is the only thing that somehow connects these villages with the rest of the world. Life is simple and the people are extremely kind, something we have discovered go hand in hand. We had the pleasure of getting to know this side of Myanmar. What it gave back in return, was priceless.


El cable de electricidad es lo único que conecta estas pequeñas comunidades con el mundo exterior, un mundo exterior alterado y siempre controlado. Myanmar es uno de los países más pobres del Sudeste Asiático. ¿Pobre o de vida simple? En ocasiones tendemos a confundir ambos conceptos. En cualquier caso, a la gente se le ve feliz o, al menos, con el alma tranquila, aceptando lo que tiene y sin torturar el alma por lo que no tiene. Poco a poco hemos ido descubriendo que, la mayoría de las veces, simpleza, amabilidad y bondad van de la mano. 


A estas alturas del viaje, después de que nos hayan doblado, triplicado e incluso cuadruplicado el precio de los mangos en tantos mercados, de haber tenido que pagar doble por el agua, de habernos echado de autobuses por no querer pagar las timadas, empiezas a pensar que, en esta vida, aunque te estés muriendo de hambre y sed, nada es gratis. Aquel día, perderse por los campos de Myanmar fue fácil, pero encontrarse, si no llega a ser por los burmeses, no hubiera sido tan sencillo. Aquí vamos. Dos chilenos, un americano y dos españoles llegan a un pueblo, sudados como nunca, de barro hasta las cejas y con los cascos medio caídos. Las ventanas de madera comienzan a abrirse de par en par, y tímidas cabezas asoman de ellas. Los extranjeros piden ayuda, y los aldeanos comienzan a buscar como locos a la única persona que hable algo de inglés. Los extranjeros preguntan si pueden coger un par de mangos del árbol más cercano. Minutos más tarde, el par de mangos se convierte en 10 ó 12. Acto seguido, alguien se acerca tímidamente con una jarra de agua y un vaso para que los extranjeros se hidraten. Se ofrecen a guiarnos hasta la carretera principal. Los extranjeros les dicen que no se molesten, está demasiado lejos… Al menos, ¿podríamos pagarles los mangos y el agua?, dicen. No, qué tontería es esa, por supuesto que no, responden ellos.

In one case we got lost while riding our motorbike. We ended up in a lost village in the middle of the mountains. It felt liked an untouched haven. When the villagers saw us arrive, their heads started poking out of their windows and proceeded to meet us on the main path. It didn't take much time till the only person in the village who could speak english was called for. While resting, we asked if we could grab a few mangos from a nearby tree, with their permission granted, it didn't take long until many different families brought us mangos in abundance and fresh water to drink. They asked for no money in exchange, we understood that their tree had mangos in abundance and were there to share. How could they charge us something that came from the village's tree. If this wasn't enough, somebody volunteered to accompany us to our final destination to make sure we didn't loose our way. We only stayed an hour or so, but the tenderness and kindness of the people gave us something to really think about.

Myanmar may find itself in a difficult position. But with or without a military government, the country is still a place worth visiting. Not only can you help small private business, but you can also get to interchange a special moment with its people. You will discover hardened people yet with little or no malice. That alone is something worth seeing.

Myanmar, Birmania o Burma, da igual cómo se le llame, su gente, hoy por hoy, sigue siendo única. 

When we discussed why we had come to Myanmar, we had no doubt.
We came to meet amazing people with amazing stories, that is why we came to Myanmar.













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