martes, 22 de julio de 2014

EL PAÍS ASIÁTICO QUE PRODUCE AGUJETAS EN LA CARA - GETTING A SORE JAW FROM LAUGHING


Es una mañana lluviosa en Hpa-An. Como cada día a esta hora, el mercado comienza a cobrar vida. Mujeres y hombres, vestidos con sus clásicos lounguis, acuden desde sus respectivas aldeas para hacer sus compras u ocupar sus puestos de venta. El agua de lluvia se desliza por sus sombreros de bamboo, cae al suelo y prosigue su camino hasta la alcantarilla más cercana, topándose con los restos color sangre de la nuez de bedel, hojas, verduras y colillas de puros birmanos. Pero hoy, en el mercado matutino de Hpa-An, un murmullo viaja de puesto en puesto, un murmullo que hace que las miradas se levanten, las expresiones del rostro cambien y las obligaciones se pospongan durante unos minutos.

It's a rainy monsoon day in Hpa-An and the morning market is open as usual. Men and women dressed in their traditional longyi have descended from the neighboring villages in the mountains to buy their daily goods. The water slides down their bamboo hats hitting the mud floor. It flows down towards the nearest gutter where it accumulates along with the leaves from the market, cheroot buts and red betel nut leftovers. Everything seems to be the same as the day before. Same people, same stalls, same weather. Except this time, there is a small difference. A rumor passes from stall to stall, almost as if the personification of democracy was among them.




La señora encargada de los currys se queda muda de asombro durante unos segundos y, rápidamente, avisa a sus vecinas, la pescadera y la vendedora de tabaco, compartiendo con ellas su sorpresa. No tarda en producirse una tímida risa entre las tres. El vendedor del siguiente puesto, dedicado a la venta de rambután, mango, mangostán, pomelo chino y sandía, se ríe a carcajadas al ver como el agua, antes atrapada en su toldo, cae al suelo creando una cascada, empapando a los nuevos viandantes y algún que otro cliente habitual. Cuanta más agua cae, más cómica le parece la situación. Los perros callejeros, siempre atentos a cualquier trozo de carne que pueda caer al suelo, detienen su labor al ver el nuevo espectáculo acuático. Un niño de 3 años, con la frente y mofletes pintados de tanaka, se esconde detrás del hombro de su madre y suelta un berrido. La gente, alertada, levanta sus miradas, mientras sueltan una sonrisa y algún que otro comentario. La madre calma a su hijo con palabras de consuelo y el niño mira hacia arriba, sin tener todavía claro lo que tiene enfrente. En la sección de tabaco hay un silencio especial. La vendedora se siente observada mientras prepara y enrolla el tabaco de mascar. Los viandantes la miran con curiosidad. Ella les ofrece este nuevo vicio birmano, explicándoles cómo introducirlo en la boca, mascarlo y escupir la saliva producida. Varios pulgares en alto y algunas sonrisas dan el visto bueno.

Las miradas de asombro, los comentarios, los susurros, las risas y los "mingalabas" (holas) no cesan. Seguramente es la primera vez que ven a alguien de 2 metros, rastas, pelo rizado y nariz larga pasear por su mercado. Hace muy poco que se abrió la ruta de Mae Sot (Tailandia) con Myawaddy (Myanmar), una nueva e inocente ruta que produce agujetas en la cara nada más pisar el país. Encantados de conocerte, Myanmar.



The woman from the curry and fish paste stall is left speechless for a few seconds, she looks up and shares her surprise with her neighbors, the fish monger and the tobacco stall. An innocent giggle doesn't take long to start between them. The next stall dedicated to fruits like rambutan, mangos, mangosteen, chinese grapefruit and watermelon laughs blatantly as some of the water that was trapped in her awning is tipped over by the new bystander, drenching the feet of passers-by. The more water that is tipped over, the more she and her friends laugh.

The stray dogs that always hang around the meat stalls in their usual manner, quickly hide in the nearest corner with their tail between their legs. One of them bravely takes a quick sniff before the new visitors disappear between the rest of the people.

The woman in the chicken stall ignores what is going on around her. Her thoughts seems to be fixed on her little boy whose cheeks are covered in traditional thanaka. Her attention changes as her child starts crying and hides behind her shoulder. With the cry, everyone around her assess the situation and giggles. She turns around to see what caused this reaction and smiles. She quickly utters a few words in her child's ear and reassures him. Now feeling safer, the child gives a quick little wave. He knows he doesn't have to be scared anymore.

In the betel nut stall there is a special silence. The person in charge feels observed as she wraps a betel quid. As a result, she hands over the green parcel to the observer. She instructs the person to put it in his mouth and chew, making sure to spit out the red colored saliva. As the observer does as told, the people around them give a thumbs up accompanied with an authentic grin.

The glances don't cease, neither do the comments, chuckles or the "mingalabas" (hellos). Is it the first time they see two foreigners with our characteristics? At least it seems it makes them laugh and have a good time.


The land boarder between Thailand and Myanmar was recently opened over less than a year ago. We certainly felt it too.






1 comentario:

  1. Muy bonito!!!!
    Como siempre.... me gusta mucho viajar con vosotros :)

    Oye, que estoy probando unas recetas nuevas thai e de philippinas, se sabeis de algunas webs que tengan recetas "exoticas" me las podeis enviar, pls????
    Many thanks my friends y sigan las aventuras!!!!
    bsos mil

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