A los toros les enloquece el rojo. Se vuelven locos ante la capota del torero, que la hace bailar ante ellos hipnotizándoles hasta la desgracia. Lo mismo nos pasa a los turistas cuando vemos el color naranja en Asia. Nos volvemos como locos y no podemos resistir el impulso de agarrar la cámara y empezar a disparar.
It's amazing to see how some animals feel attracted to color. Bees to colorful flowers for example, or bulls to red capes. We have observed, that us farang in Asia have an uncontrollable impulse to reach for our camera whenever he see the color orange.
It's amazing to see how some animals feel attracted to color. Bees to colorful flowers for example, or bulls to red capes. We have observed, that us farang in Asia have an uncontrollable impulse to reach for our camera whenever he see the color orange.
En Luang Prabang, a las 6 de la mañana, los monjes salen a la calle a recoger ofrendas de fieles y turistas cada día. Si, nosotros también fuimos. Ver una hilera de monjes recorriendo las calles al amanecer es una estampa preciosa. Sus túnicas naranjas, el corte de pelo al cero y el buen rollo filosofal budista atrae y mucho.
En Laos, la mayoría de los hombres deben pasar, al menos un par de años, viviendo en un templo como monjes budistas. Cuando esta etapa espiritual finaliza, se considera que han llegado a la madurez. Alargar estos dos años depende de cada uno, o lo que es lo mismo, de los padres de cada uno, como en todos lados.
A los monjes budistas se les ve como grandes sabios, personas con los que uno podría llegar a filosofar durante horas sobre la vida. No hay que olvidar que bajo esos mantos se esconden personas y niños, los cuales, al cabo de los años, probablemente decidirán colgar sus túnicas y seguir con la vida que habían dejado atrás. Tal y como nos dijo un joven que conocimos, el cual ya había terminado su etapa espiritual, todos tenemos dos ojos, una boca, dos brazos, dos piernas… nadie es más o menos especial que los otros, ni siquiera, los que visten de naranja…
In Luang Prabang, at 6 in the morning, monks come out of their temples to walk the streets and accept offerings in form of sticky rice from tourists and locals alike. Yes we admit, we went to have a look. Seeing the line of monks walking quietly along the street does give you a unique image. Their orange cloaks, shaved heads along with the buddhist charms and incense open up anyone's curiosity.
In Laos, many of the men have passed their fair share of time in a monastery as a novice monk. Once their spiritual phase is finished, they are then considered a mature man. Extending the time in a monastery depends on either student or parents. It seems like decisions like these are now universal.
Monks are seen as wise people. People with which you can have a long days philosophical chat about life. But do not forget that in under these cloaks, are men and children. In a few years, they will probably decide to hang up their orange tunic and continue the life they had left behind. As a man who had finished his spiritual stage in Laos told us: we both have two eyes, one mouth, two arms and two legs. No one is more special than the other, no even, those who wear the orange tunic.
las fotos me fascinan. - Mateo
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