Tras un mes y medio trabajando y viviendo en Sagada, tocaba despedirse. Nos ofrecieron más trabajo antes de marchar, pero necesitábamos extender nuestra Visa en Baguio, la ciudad que nos acogió durante nuestra primera noche en Filipinas. Nuestra intención era ir directamente a Corón, una isla que forma parte de Palawan, pero el barco que nos llevaría hasta allí tardaría al menos una semana en zarpar desde Manila. Como no queríamos permanecer en la capital durante tanto tiempo, decidimos ir a Vigán, una pequeña ciudad al norte de la isla de Luzón. Vigán parecía un sitio interesante. Es la única ciudad de este país que todavía conserva ese look colonial de la época española. Alguna fuerza sobrenatural debió proteger a esta ciudad durante la IIGM, ya que ninguna bomba japonesa calló sobre ella. El sentimiento fue algo extraño. Una mezcla de Latinoamérica y Asia, un cocktail tropical con un pizca de Cartagena de Indias y un toque filipino.
"…Alguna fuerza sobrenatural debió proteger a esta ciudad durante la IIGM, ya que ninguna bomba japonesa calló sobre ella."